miércoles, marzo 15, 2006

Humana, demasiado humana

No todo en mi vida es mi ego, tambien tengo sentimientos por otras personas, que me hacen más humana, demasiado humana.

Comenzaré por contar que Roberto, no siempre fue tan dulce y cariñoso conmigo, solía lastimarme continuamente y hacerme sentir como la peor estúpida de este planeta y objetos celestes circunvecinos. Temía cada vez que hablaba sobre cualquier cosa, ya que sabía que todo sería usado en mi contra. Jamás se lo dije, pero lloré mucho.

Hablaré específicamente de un día en que él fue más cruel que de costumbre y cuando lo que más quería era que pasara el maldito microbús y largarme para no volver a verlo jamás, o por lo menos para no hablarle nunca. Pero ese día ocurrió algo que no esperaba y que cambió mis planes, dándole así una oportunidad más a mi amistad con Roberto.

Iba llorando por la calle vacía, no tenía nada de que preocuparme, todos dormían, mi secreto estaba seguro... me senté en una piedra a desahogarme con más tranquilidad, sin percatarme que a escasos metros de distancia estaba otra persona que igual que yo, lloraba. No quería acercarme y sin embargo lo hice cuando decubrí que se trataba de mi primer amor de mi vida (mi actual amor de mi vida es mi querido Roberto), lo vi, me abrazó y me confesó que me amaba, toda mi niñez, pubertad y parte de mi adolescencia desee que eso pasara y no pasó, y ahora que todo había cambiado me lo dijo. Pasé una eternidad en sus brazos que parecieron dos segundos. Pero justo en ese momento comprendí tanto y lloré aún más, olvidándome de mi anónimo.

Contrario a lo que puedan pensar, él no lloraba por mi, sino por un pequeño-gran error cometido semanas atras y que se hacía cada vez más evidente con el creciente vientre de la golfa de la calle de atrás. Él me amaba y ya no podía hacer nada. Me besó, nos despedimos e hicimos como que nada había pasado. Él continuó su vida y yo con la mía, como hicimos años atrás, en la graduación de la secundaria cuando me habló, me miró a los ojos y dijo:

- Pau... quiero decirte algo...

- Si claro dime. -le contesté con desinterés, pero esperando con todas mis fuerzas que se me
declarara...

- ¿Querrías por favor... hacerme un favor...? ...¿le dirías a mi mamá que llegaré tarde hoy?

Me partió el corazón, pero dentro de mi sabía que había algo más, digo, solo hay que tener un mínimo de lógica para deducir que a Toño le valía gorro si su mamá se preocupaba o no. Pero así, sin más, nuestra historia juntos terminó y lo que pudo ser la relación más envidiable del mundo, no fue más que una simple posibilidad tirada a la basura por el orgullo y la falta de valor.

Este recuerdo me ayudó mucho a comprender que no se deben desaprovechar las oportunidades ya que mañana talvez sea tarde. Al día siguiente le hable como si nada a mi amigo Roberto y me sorprendió verlo apenado y tratando de pedir perdón, me daban tantas ganas de abrazarlo, pero los límites de nuestra incipiente amistad no me lo permitieron.