lunes, marzo 13, 2006

EL AMOR ES SEGURO Y EL EGO TRAICIONERO

ó Bruja ególatra

Hay ocasiones en las que ni el amor, ni la lógica, nos impiden equivocarnos y dañar así, a las personas que más queremos, no quisiera creer que es un problema sin solución, pero los repetidos errores que he cometido a lo largo de mi vida me hacen creer que moriré, sin experimentar en carne propia la madurez y sin practicar en absoluto la llamada inteligencia emocional.

Para quien lea esto, tengo que decir que soy una persona que siempre consigue lo que quiere, un amigo, en una ocasión me dijo que yo solía obtener todo a como diera lugar y sin importar las artimañas que fueran necesarias. Eso me molestaba, ya que me hacía sentir vacía, orgullosa y maquiavélica, pero al mismo tiempo me encantaba la idea y enaltecía mi ego. Es decir, no puedo (y tampoco quiero), cambiar, me encantan los retos y veo competencia en todas partes, hasta en la fila del súper. El hecho es que suelo conseguir el triunfo sobre cualquier cosa que me proponga, pero también, suelo tirar a la basura ese trofeo, por otro más grande, por otro que represente un reto mayor.

Creo que hasta aquí voy bien, y todo estaba bien, hasta que conseguí el amor del mejor hombre del mundo, del que me ama y me apoya en todo, al que le gusto sin importar mis defectos y mis kilos de más, el que me aguanta en mis días de menstruación o con mis síntomas premenstruales o post-menstruales, o lo que es lo mismo, en mis días de histeria. De hecho jamás creí poder tenerlo, él era una de esas pocas cosas que me parecían imposibles, pero lo tengo, lo amo, lo necesito desesperadamente y no quiero perderlo, pero día a día trabajo arduamente para que él se desilusione de mi y deje de amarme, deje de necesitarme, y se de cuenta de que en realidad no soy tan buena, ni inteligente, ni mucho menos tan madura, como él me consideraba.

Hace unos días me vi tentada por el entorno, me dije: talvez Roberto no se de cuenta de que coqueteo inocentemente con algunos otros chavos, de los que, sin entregar nada a cambio, solo la mínima esperanza de talvez llegar “algún día”, a “algo más”, podría conseguir muchos beneficios, no se, quizá ahorrarme algo de dinero, es decir, ¿porque gastar lo mío, si puedo gastar lo de alguien más?, o ¿porqué pagar más en el súper o en el cine, si puedo aprovechar “pequeños”, pero muy efectivos descuentos?; o sólo el hecho de hacer más grande mi ego sabiendo que no sólo le intereso a mi querido novio, sino que hay alguien más que me quiere y desearía tenerme.

En esas estaba cuando suena el teléfono y escucho una voz que no reconocí en el momento, y que rato después supe, era un “amigo” de la preparatoria, que en días anteriores me había declarado su amor y prometido esperarme siempre, porque me quería como a nadie en su vida; y como era de esperarse de una “novia fiel”, le di un pequeño discurso de que algún día encontraría a la persona perfecta para él, no sin sentirme orgullosa por mi nueva conquista, pero le dije que “si quería” podía esperarme, sentado porque amaba a mi novio, pero, al fin, esperarme; volviendo a la llamada al contestar lo note como siempre, sin ningún cambio, esperaba, como de costumbre cuando me llamaba, que me rogara hasta el cansancio que le diera una oportunidad, pero no ocurrió, había llegado esa persona perfecta que me juró no esperar, ni buscar, y yo me sentí desplazada, arruinada, enojada, y todo lo que termine en ada, y signifique derrota. Yo debía sentirme alegre por él, vamos, fue mi mejor amigo en la prepa, y sabía cuanto había sufrido por mi y por otra compañera de la escuela a la que nunca se atrevió a confesar su amor, pero en cambio, así como así, y sin siquiera esperarlo, ni pensar en los sentimientos de mi amigo, llegó un nuevo reto, que prometía darme un gran trofeo y del cual mi ego, podría atiborrase de victoria. Para no hacerla más larga, le propuse que “saliéramos” y él accedió, quedó de llamarme, para concretar la cita, pero se retractó y no volvió a llamarme. Me sentí tan mal, que comencé a flirtear con cuanto imbécil, hubiese demostrado alguna vez interés en mi, sin pensar en que talvez en una de esas ocasiones, desafiando todas las probabilidades y de forma casi tele-novelesca, me encontraría con mi fiel novio, justo tras de mi y escuchando atentamente mi abundante e interesante plática con mi nuevo proveedor de ego.

Él (el él importante, mi novio, el que no solo quiere “algo más”), no ha terminado conmigo, pero lo ha pensado seriamente, lo que, contra todos mis pronósticos y dándole la razón a una amiga, que me predijo lo que pasaría, me tiene sumida en un descenso de autoestima y con un excedente innecesario de ego.



.·:*¨¨*:·. CaNdY .·:*¨¨*:·.